domingo, 2 de septiembre de 2007

un día especial

Nació a las doce en punto de la noche. Como cada año. El mundo seguía su curso y estaba relativamente tranquilo. Una guerra en oriente próximo, un vagabundo asesinado en alguna calle de Nueva York, un guardia de seguridad llamando a un programa de la radio, varios jóvenes bebiendo kalimotxo en un parque, manifestaciones de estudiantes, una pareja haciendo el amor en la playa mientras es grabada por un videoaficionado. Nada susceptible de ser noticia, ya sea por irrelevante o por costumbre.

Esta vez quería que fuera diferente, quería ser recordado. Tenía la esperanza de conseguir una gesta digna de engrosar los libros de historia y lucharía con todas sus fuerzas por conseguirlo.

El reloj marcó las cuatro de la mañana cuando una noticia conmocionó las redacciones de los medios de comunicación. Un famoso escritor había muerto a causa de una parada cardiorrespiratoria. Tenía más de ochenta años y seguía en activo. Pero le había llegado la hora y la parca no perdona. No era la noticia que él buscaba, aunque quedaba mucho tiempo por delante para conseguir la buena nueva por la que ser recordado.

A las seis de la mañana una voz entrecortada por las lágrimas, anunció por teléfono el fallecimiento de una de las actrices secundarias con más carisma del cine patrio. Un fallo respiratorio había acabado con su vida. Era mayor, no tenía edad porque las mujeres nunca tienen edad, o eso dicen. Había dedicado sus últimos años de vida a trabajar en televisión, donde había obtenido el estatus de protagonista y la fama que ello conlleva. Pero nada pudo hacer contra el destino.

Dos noticias nefastas en cuestión de horas. La cosa se complicaba. Cada noticia negativa influía de forma directamente proporcional al tamaño de la buena noticia que buscaba cada vez con mayor desesperación. A más noticias negativas mayor trascendencia debería tener la buena noticia. La idea de verse marcado por la muerte de dos personajes públicos le produjo una gran desazón. Pero no desfalleció y siguió luchando.

A media mañana, cuando todo el mundo comentaba las terribles pérdidas de la actriz y el escritor pasó algo todavía más terrible. Hacía varios días que el joven jugador de fútbol estaba ingresado en un hospital en estado muy grave. Nadie quería pensar que pudiera ocurrir pero ocurrió. Antes de que las terrazas de los bares prepararan las mesas para la comida, el corazón del joven futbolista no soportó más la presión y decidió pararse. Era muy joven y estaba a punto de ser padre. Nadie es capaz de permanecer impasible ante tamaña tragedia. La noticia frenó al país en seco. Contra esto no podía luchar. Había perdido. Es ley de vida, la desgracia siempre gana sobre la dicha.

Dejó que pasara el resto de su vida observando los especiales en televisión, los recordatorios en la prensa, las espontáneas muestras de cariño de la gente, hasta que a él también le llegó su hora. Murió a las doce en punto de la noche, deshecho y apenado. Sus esperanzas se habían vuelto contra él. Había conseguido ser recordado, sí, pero no como había deseado. Y lo peor es que estas muertes le acompañaran cada año a partir de las doce en punto de la noche, transformadas en homenajes. Hasta que el tiempo desvanezca la memoria.

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