miércoles, 4 de julio de 2007

derechos y deberes I

- Buenas tardes, me gustaría matricular a mi hijo en su colegio.
- ¿Y por qué ha elegido precisamente nuestro colegio?
- Bueno, he investigado y creo que es el mejor colegio privado de la ciudad.
- Ha investigado bien. ¿Cuántos años tiene el chaval?
- 15 y es muy inteligente.
- Eso es una opinión bastante sujetiva, ¿no cree?
- Quizás. Soy su padre.
- ¿Dónde ha estudiado hasta ahora?
- En un colegio público. Nunca ha sacado menos de notable alto.
- Eso no es garantía de nada. Estamos hablando de la enseñanza pública. Hasta un mono con retraso sería capaz de sacar todo sobresalientes.
- Bueno, mi hijo no es un mono con retraso. El Ministerio de cultura le dio una beca para estudiar inglés en el extranjero.
- Ya. El Ministerio. Esa chaqueta, ¿la ha comprado en las rebajas?
- ¿Cómo?
- La chaqueta, tiene un corte... bueno, extraño.
- No sé que importancia tiene como voy vestido.
- No, no, a mí no me importa. ¿A usted sí? Yo creo que no, viendo como se corta el pelo.
- ¿Qué le pasa a mi pelo?
- Nada, nada, parece que se lo haya cortado un ciego con parkinson. Por cierto, tendremos que hacerle una prueba a su hijo. Nada, un mero formalismo.
- No creo que tenga problemas para superarla.
- Eso dicen todos. ¿Usted tiene estudios?
- Soy licenciado en telecomunicaciones. ¿De verdad eso importa? Es mi hijo el que va a estudiar en su colegio.
- ¡Ja! No vaya tan rápido. ¿En qué universidad estudió?
- En la Politécnica de Rabat.
- Vaya, así que usted es... no español.
- Soy español desde hace un año.
- Ya, ¿Y tiene trabajo? Quiere decir trabajo de verdad, no de camarero o en la construcción.
- Me está usted ofendiendo...
- Lo siento. Si no somos capaces de llegar a un acuerdo no podemos aceptar a su hijo en nuestro colegio.
- ¿Qué coño importa que usted y yo no nos pongamos de acuerdo?
- Eeeeeeh, la verdad es que nada, pero la actitud agresiva de un padre suele tranmitirse a los hijos. Muchas gracias por venir.
- Vale, vale, perdone. ¿Al menos le hará la prueba?
- No es necesario. Ya le he dicho que era un mero formalismo. Le acompañaré hasta la puerta. Ha sido agradable hablar con usted. Adiós y no vuelva.

- Hola, me gustaría matricular a mi mono con retraso en su colegio. He estado investigando y creo que es el…
- Bonita corbata.
- Gracias, la compré en mi último viaje a Londres.
- Oh, estupendo. Dígale a su mono con retraso que puede venir a recoger el material escolar cuando quiera.
- Oh, vaya. ¿Pero no tiene que hacerle una prueba de ingreso o algo parecido?
- No es necesario. Estoy seguro de que su mono con retraso se adaptará perfectamente a las normas de nuestro colegio.
- Muchas gracias.
- Gracias a usted. Y que Dios le bendiga.

Buenas noches.


"¿Discriminan los colegios concertados al alumnado inmigrante, gitano y con problemas?" 20minutos.es

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