domingo, 15 de abril de 2007

mi trocito de terrno edificable

¡Ay, mi trocito de terreno edificable, cómo te echo de menos!

Empezaste siendo un simple solar y así deberías haber seguido. Cuando viste nacer tu primer hierbajo viste también aparecer al primer ser humano. Era un hombre joven, con aspiraciones en la vida y según él, poseedor de una gran visión para los negocios. Su larga melena sucia y llena de bichos y sus andrajosas vestiduras delataban el enorme éxito que había cosechado. Portaba consigo una maravillosa tienda de campaña para dos personas, marca Mackinley. La plantó al lado del hierbajo, esperando que aquel símbolo de la fertilidad diera su fruto y dedicarse así a la agricultura de secano.

Pasaron los años, un total de veintisiete, y el pobre hierbajo, aún esforzándose hasta sudar sabia, no consiguió más que hacer brotar una triste florecilla que marchitó al pasar la primavera. Fue entonces cuando aquel hombre viejo, antes joven, empezó a pensar que lo de la agricultura de secano tampoco iba a funcionar. Y decidió suicidarse.

Estaba a punto de quitarse la vida ingiriendo el letal veneno que había extraído de sus largas y poderosas uñas de los pies cuando apareció, como caída del cielo, una hermosa mujer. Se trataba de la famosa Mary Ann Pickfort, paracaidista desaparecida hacía quince años, cuando trataba de batir el récord del mundo de caída libre. El hombre viejo, antes joven, la miró, la reconoció y tuvieron un hijo al que pusieron de nombre Guiness.

Cuando Guiness cumplió doce años, se dieron cuenta del gran problema con el que se enfrentaban. La tienda se les había quedado pequeña. Ya no podían dormir sin que los pies de uno o de otro entraran sin permiso en las fosas nasales de otro o de uno. Así que el hombre viejo, antes joven, decidió comprar una tienda más grande. Sacó su melena del armario y emprendió un largo y agotador viaje hacía el almacén de tiendas de campaña marca Mackinley. Tamaña fue su sorpresa al llegar al almacén y verlo cerrado, que sólo fue capaz de articular cinco palabras: “¡Pues también es mala suerte!”.

Durante el camino de vuelta, el hombre viejo, antes joven, conoció al ex dueño del almacén de tiendas de campaña marca Mackinley, que hacía autostop apoyado en un pino. Los dos hombres hicieron el resto del camino juntos y entre ellos surgió una gran amistad que duraría ya para toda la eternidad.

La familia adoptó al ex dueño del almacén como a uno más de la familia. Y éste se adaptó a la perfección. Un ejemplo: Nunca se enfadó por tener que dormir a la intemperie en plena época de lluvias. Una noche de tormenta un rayo impactó contra la frente del ex dueño del almacén, separándole para siempre de su engominado tupé. Y fue en ese preciso momento cuando se le ocurrió la mejor idea, por no decir la única, de toda su vida. Despertó al hombre viejo, antes joven, con cuidado de no molestar a su bien avenida familia y le explicó su fantástica idea. Pasaron toda la noche hablando sin parar y cuando el Sol empezaba a asomar por el Oeste llegaron a un acuerdo.

Se pusieron manos a la obra y en menos de dos días el ex dueño del almacén pudo ver su idea hecha realidad: ¡¡Una casa unifamiliar con piscina y caseta para el perro, calefacción central, cuatro plantas, un ascensor para subir y otro para bajar, solarium, invernadero y todos los lavabos, uno en cada planta, alicatados con cerámica de la cara y equipados con grifos marca Roca. Agua caliente y fría veinticuatro horas al día!!

Guiness, por su parte, siguió creciendo y un buen día se alistó en el ejército. El hierbajo había florecido de nuevo y la brisa lo mecía de tal forma que parecía despedirse del muchacho.
Al llegar al cuartel no tuvo tiempo ni de deshacer su petate. El país había decidido participar en la “Guerra de los 7 días”. Tras cuatro años de batallas, aburrido como una ostra, Guiness volvió a casa. Y se trajo con él a la 3ª compañía de zapadores: un grupo de hombres jóvenes y fuertes, aunque con menos de dos dedos de frente. Lo típico en las milicias del mundo entero.

Sin pensarlo dos veces el hombre viejo, antes joven, y el ex dueño del almacén se pusieron a construir más viviendas. En un mes habían inaugurado tres calles: Calle Mackinley, en homenaje al ex dueño del almacén, Calle Mary Ann Pickfort, por la paracaidista, otra vez embarazada y Calle Hierbajo, sobran los comentarios. Los militares, ávidos de sexo, se fueron de vacaciones a la costa y volvieron todos emparejados, algunos entre ellos. En un año se construyeron cien calles, con aceras, edificios, carnicerías, droguerías, colmados, fruterías, corseterías, farmacias, árboles de hoja caduca y barrenderos, necesarios para limpiar las hojas que abarrotaban las calles y que no dejaban pasar a los cada vez más numerosos carritos de bebé que circulaban a la hora de la siesta.

En dos años, tres meses y once días, aquel trocito de terreno edificable podía presumir de ser el único trocito de terreno edificable de todo el estado que tenía tres salidas de la autopista para el solo.

Ahora han puesto un centro comercial en las afueras y todos las carnicerías, droguerías, colmados, fruterías, corseterías y farmacias están desapareciendo poco a poco, o mejor dicho, mucho a mucho. No tardarán en desaparecer también los ex dueños de las carnicerías, droguerías, colmados… Los carritos de bebés, los barrenderos, las calles, los edificios. Sólo el centro comercial permanecerá, rodeado de un GRAN trozo de terreno edificable…Que supongo utilizarán para construir un fabuloso parking privado.

¡Ay, mi trocito de terreno edificable, cómo te echo de menos!

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