jueves, 12 de julio de 2007

respeto a le tercera edad III

El mes pasado tuve que coger el metro. Al llegar a mi parada me coloqué entre el tumulto. Las puertas se abrieron y la gente comenzó a salir. Cuando estaba a punto de bajar, dos viejas que esperaban en el andén subieron cerrándome el paso. Las puertas se cerraron y el metro arrancó conmigo dentro. Por respeto a la tercera edad no les dije nada. Las viejas me miraron y sonrieron. ¡Putas viejas de mierda!

El trayecto hasta la siguiente estación lo pasaron hablando de lo cara que se había puesto la vida, de la cantidad de delincuencia que asolaba las ciudades y de que la Viagra era el mejor invento de la historia. Antes de que anunciaran la parada, me pegué a la puerta. Las viejas se colocaron detrás de mí. Las puertas se abrieron y noté como me empujaban hacia dentro. Un tipo con muy mala pinta se metió entre la gente y de un preciso tirón le quitó el bolso a una de las viejas. Luego se dio a la fuga. Yo conseguí salir. Las viejas no. Gritaban y lloraban. Las puertas se cerraron y el metro arrancó. Me miraron a través de las ventanillas del vagón, yo las miré y sonreí. ¡Jódanse, viejas del demonio!

Los de la televisión local me entrevistaron. Durante un par de semanas la gente me señalaba, me saludaba. Incluso me hice alguna foto con varios fans en la parada de metro.

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